Qué es la artroscopía
La artroscopia es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva, caracterizada por la introducción, mediante pequeñas incisiones, de una cámara (artroscopio: un tubito del tamaño de un lápiz con un cámara que transmite en una pantalla de televisión las imágenes que se van detectando) que permite visualizar la totalidad de la articulación de manera completa. Este tipo de técnica quirúrgica ofrece más y mejores soluciones de visualización y maniobra que la cirugía abierta.
Este tratamiento es menos invasivo y riesgoso y tiene como principal beneficio una recuperación más acelerada.
La artroscopía se indica en diagnósticos que implican alguna complicación articular cómo la artritis, lesiones articulares por traumatismos o accidentes, lesiones en ligamentos y tendones (habituales en deportistas), derrames, cuadros dolorosos, etc.
Este tipo de intervención generalmente (dependiendo del estado de salud del paciente) es un procedimiento ambulatorio, es decir que una vez que se recupera de la sedación está listo para volver a su hogar.
El artroscopio se introduce a la articulación a través de una incisión externa de aproximadamente 7 milimetros, tras aplicar anestesia que puede ser local, parcial o total que se acordará con el profesional según lo más oportuno. El tiempo de cirugía varía desde los 15 a los 60 minutos dependiendo de el proceso específico que se lleve a cabo.
Cómo todo procedimiento quirúrgico por poco invasivo que sea, lleva unos pocos días de recuperación, en dónde puede ser necesario colocar una férula o sistema de inmovilización. Es importante seguir las indicaciones del médico que ha realizado la intervención para facilitar la recuperación de la movilidad articular y evitar las complicaciones.